El pasado fin de semana tuvo lugar en el Centro Cultural Puertas de Castilla la segunda edición de las Jornadas de Fotografía Solidaria ‘Fotografía un mundo mejor’, centradas este año casi en su totalidad en el fotoperiodismo, y a beneficio de la ONG Oasis, que desarrolla proyectos para promoción, ayuda y desarrollo de la infancia en países desfavorecidos. Y la solidaridad apenas hizo acto de presencia.
Antes de meternos en harina sobre el desarrollo de las
jornadas en lo que se refiere estrictamente al programa de las mismas, creo que
es necesario mencionar la profunda tristeza que sentí al descubrir que, en un
evento que contaba en su cartel con primeras figuras del fotoperiodismo y la
fotografía documental, el aforo de la sala no alcanzaba ni la cuarta parte de
su capacidad. Más triste es si recordamos que era a beneficio de una buena
causa.
En una ciudad que presume en los últimos años de una
variopinta y moderna vida cultural, en la que las exposiciones de los artistas
de la imagen se suceden de manera exitosa en los locales más ‘cool’ de la
ciudad, parece ser que lo importante no es lo que se quiere transmitir, ni como
ese proyecto ayuda al desarrollo social, sino codearse con la gente guapa y
poder decir (selfie incluido): yo estuve allí. Ya lavaremos conciencias y
aportaremos al mundo nuestras soluciones a los problemas de la humanidad más
tarde, a través de las redes sociales, que para eso están, además de para el ya
mencionado selfie.
También llamó mi atención la nula asistencia de medios de
comunicación a unas jornadas que trataban sobre fotoperiodismo, aunque viendo
el trato que la prensa local ha dado a esta disciplina en los últimos tiempos,
tampoco debería sorprenderme. Supongo que tendrían mucho trabajo, lo que
imposibilita el enviar a alguien a cubrir un poco el evento. De hecho, mientras
se proyectaban unas fotografías sobre el sufrimiento, la pobreza y la hambruna
que asolan al tercer mundo, recordé que al otro lado de la ciudad se estaba
celebrando un glorioso acontecimiento gastronómico que reunía las últimas
tendencias en materia ‘gourmet’, y claro, no hay personal suficiente en
plantilla para asistir a más de un acto a la vez. Más aun cuando es el
principal medio de comunicación local quien organiza tan magno evento. Supongo que los aficionados al postureo
también estarían por allí, a la caza de su foto con algún cocinero estrella.
En fin. Volvamos al tema que nos ocupa, que no es otro que
las II Jornadas de Fotografía Solidaria ‘Fotografía un mundo mejor’. Con un programa más compactado, mejores
instalaciones y una organización más estructurada que el año pasado, las
jornadas se han centrado, como he dicho al principio, en el fotoperiodismo y la
fotografía documental.
Con el sábado como plato fuerte, día en que tuvieron lugar
las ponencias de los invitados, a lo largo del fin de semana hemos podido
asistir a exposiciones comentadas por los autores, proyecciones de cine,
talleres infantiles de fotografía, concurso fotográfico y un photowalk con
Antonio Aragón Renuncio, verdadero corazón de este proyecto.
La jornada principal comenzó con la ponencia de Alfons Rodríguez, reconocido fotoperiodista catalán, ganador de numerosos e importante
premios y colaborador habitual de organismos y agencias internacionales como
Naciones Unidas, Oxfam, Médicos Sin Fronteras o Acción contra el Hambre. Bajo el
título de ‘Fotoperiodismo multimedia’, la charla contó con las proyecciones de
dos de sus últimos trabajos, realizados en video, medio en el que se mueve últimamente.
El primero de ellos fue el documental ‘La última Yagan’, que
narra la historia de Cristina Calderón, último miembro vivo de una tribu nómada
que ha poblado la Tierra del Fuego en
Chile desde hace 6.000 años. Intentando que no se pierda la memoria de un
pueblo, Rodríguez nos enseña el paradigma de la extinción de una nación, que
desaparecerá por completo, incluido su lengua (ella es la única que lo habla en
la actualidad), con su muerte.
El otro trabajo proyectado se titula ‘Ruanda. Los cien días
del horror’, y cuenta la historia, aportando la visión del pasado y del
presente, de uno de los mayores genocidios de la historia moderna. A través de una serie de entrevistas a personas
que participaron de esta matanza, tanto tutsis como hutus, el autor desgrana
como es la convivencia actual en un país marcado por el enfrentamiento
ancestral de dos tribus condenadas a entenderse.
También pudimos dar un paseo por su proyecto ‘El tercer jinete. Un mundo hambriento’, que no deberías dejar de ver.
El segundo invitado del día fue Vicente Esteban, afamado
fotógrafo social, que enseñó al público asistente una amplia variedad de sus
trabajos, entre los que destaca la colaboración que viene realizando desde hace
algunos años con la Asociación Pro Disminuidos Psiquicos de Elda, a través de
un calendario solidario.
Después de un descanso para comer, la tarde se reanudó con
la intervención de Antonio Aragón Renuncio, creador de la ONG Oasis y alma
indiscutible de este proyecto. A través de la exposición de sus series
fotográficas ‘El paraíso de los corazones olvidados’ y ‘Sorcière. Una historia
de brujas’, Antonio Aragón nos golpea con la realidad más dura de un continente
deprimido y olvidado, afirmando que lo importante de la fotografía es contar
historias, vivir historias que de otra forma no se podrían vivir.
Presente durante toda la jornada el eterno tema de la
objetividad fotográfica, las conclusiones nos llevan a pensar que ésta es
ficticia, que no existe, ya que desde el momento en que decides contar una
historia estás tomando partido. Y es esa decisión la que nos lleva a investigar
cómo queremos desarrollar el proyecto. En el caso de Antonio Aragón se trata de
historias extrañas y surrealistas, situaciones increíbles que no podríamos concebir
si gente como él no nos las hiciera llegar.
Y concluye el autor con otra bofetada de realidad. Esa realidad
que no somos capaces de asumir en la mayoría de los casos: ‘El negro que ves en
la tele te da lástima. El negro que llama a tu puerta te da miedo.’
Para concluir las jornadas se contó con la presencia de José Palazón,
otro reconocido fotoperiodista, autor de la famosa foto de los inmigrantes
encaramados a la valla de Melilla junto a un campo de golf, ante la
indiferencia de los jugadores. Miembro fundador de la Asociación Pro Derechos
de la Infancia en Melilla, Palazón nos mostró el día a día de la valla, donde
afirma que se violan los derechos humanos de manera constante. Podéis ver el
video a continuación. La verdad es que no tiene desperdicio.
En resumen. Las Jornadas de Fotografía Solidaria deberían
convertirse en una cita indispensable cada año, ya que nos devuelven al
auténtico propósito de una foto: contar una historia. Espero que los
organizadores decidan seguir contando con nuestra ciudad para próximas
ediciones, aunque la baja participación de este año me deja con la duda.
Autor: Joaquín Marín
Fotos: FotógrafoMurcia
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