Al bajar las escaleras que dan acceso a la primera sala de Las Claras y cruzar su umbral, la primera sensación que recibes es impresionante. La historia te golpea en la cara con tal fuerza que te difumina en el tiempo para aparecer en la Murcia de posguerra, quedando atrapado entre un sinfín de imágenes de asombrosa y cruda belleza. Esa es la primera impresión que me ha dejado la exposición sobre Juan López (1914-1985), que recibe así un merecido homenaje de la ciudad que tantas veces capturó a través de sus ojos, en el centenario de su nacimiento.
La muestra, que estará hasta el 30 de abril (si no habéis ido, ya estáis tardando), recoge 120 fotografías comprendidas entre los años 1939 y 1965, extraídas de los 200,000 negativos que el archivo municipal adquirió a través de la familia del fotógrafo.
Decir que Juan López es un maestro del fotoperiodismo es quedarse corto. Cuando uno se pasea ante esta magnífica colección de imágenes se da cuenta de lo que es en realidad: un auténtico narrador gráfico de su entorno. Alguien que tiene tomado el pulso a la calle y sabe como profundizar en su idiosincrasia.
Las fotografías de Juan López, que desarrolló casi todo su carrera como fotoreportero para el diario Línea, muestran el devenir de una ciudad rural que poco a poco va abriéndose camino hacia el progreso (una desértica rotonda), que sufre las inclemencias de la naturaleza (las riadas arrasando con todo), o que pretende hacerse un hueco en los principales ambientes sociales (toreros, artistas y demás personajes pasan por sus lentes).
Además, la tienda de López, situada durante 40 años en la calle Trapería, servía de escaparate informativo de todo lo que acontecía en la alta sociedad local, con gente agolpándose ante sus vitrinas para estar a la última de lo que se cocía en los ambientes más selectos.
Sin duda, me veo en la obligación de recomendados que vayáis a verla. Sobretodo, no olvidéis llevar a vuestros padres y abuelos, que disfrutarán mejor que nadie del recuerdo de unos tiempos distintos, ni mejores ni peores, según cada uno, pero encuadrados con maestría por un observador de primera línea. Yo ya he ido dos veces, y puede que vaya una tercera antes de que vuelva a desaparecer en el tiempo.
Autor: Joaquín Marín
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